Aventura

Esa es la primera palabra que se me viene a la cabeza cuando pienso en la decisión que tomé al venir aquí. Es pronto para hablar, porque apenas llevo unas horas aquí pero, tal y como me temía, todo es tan diferente como atractivo. Una nueva cultura de la que quiero enriquecerme, sacarle el máximo partido y usarla a mi favor en el futuro, porque si algo debemos de hacer en esta vida es aprender y acumular experiencias, y si éstas son nuevas y distintas a las que comúnmente nos rodean, mejor aún.

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Mi casa en Port St. Mary.

La oscuridad del temprano atardecer de este punto geográfico no me permitió ver más que lo que las farolas de la carretera quisieron enseñarme (qué frase más pedante!). Al día siguiente y tras conocer a Clare y a Luca (los integrantes de mi Host Family) pude comprobar mejor el frío, conocer los alrededores de Port St Mary (en el sur de Isle of Man) así como a los encantadores abuelos del pequeño. La casa, a pesar de ser una de las más «pequeñas» de la zona, es muy acogedora y por si acaso no era suficiente una cama de matrimonio preside mi propio cuarto, gran noticia si tenemos en cuenta mi 1,88m de altura.

Dándole «a la pluma» de nuevo tras tanto tiempo me estoy dando cuenta lo oxidado que estoy, por lo que me estoy alegrando de haber montado este pequeño espacio que seguro favorecerá a que las palabras vuelvan a sucederse con la facilidad con la que no hace mucho lo hacían.

Sin pensar mucho en una estructura fija de cómo serán este tipo de entradas, se me ha ocurrido que siempre es más amable y atractivo terminar con una curiosidad o anécdota, así que ahí va la primera. Nada más llegar, tras salir del aeropuerto e ir en dirección al coche fui a subir por el lado derecho, lado del conductor, algo que sabía perfectamente. A pesar de haberlo pensado finalmente me ocurrió. Hoy tras dar una vuelta con Clare en el coche no paraba de pensar lo enrevesado que es el sistema de circulación aquí, aunque sólo es cuestión de adaptarse.

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